8.23.2009

Nocturno


Nocturno en Harlem / Earl Hagen

Tener que seleccionar relatos presentados para un concurso, no es tarea fácil. Los relatos me hablan de su escritor, anónimo, y antes de aplicar un criterio racional, les imagino terminando de grapar la tercera copia, sonriendo ilusionados a su pareja, a sus padres o a su perro, y cerrando el sobre para el concurso. Puedo oler sus perfumes, y sentir el último latido del que ha corrido, o la sentada y bien meditada presentación del profesional del concurso.
No es fácil porque cada uno de ellos es un mundo único y precioso. Mi relato abortado que ya no podré presentar al formar parte del entramado del jurado, versaba sobre la desaparación de un inocente, que a la postre termina siendo como todos nosotros, un inocente con alma culpable.
Mi agradecimiento por poder leer todos estos relatos, dulces y salados, claros y cripticos, ingenuos o abiertamente tramposos.
Ahora me siento un poco más culpable; ahora me viene a la cabeza la labor terapeútica y manifiestamente tramposa, repito, de la confesión.

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